jueves, 6 de octubre de 2011

El origen de... sacar de contexto "me voy a correr"

Parte de nuestra ironía, de nuestro lenguaje jocoso, de nuestro humor salao es sacar de contexto las cosas, y por poner un ejemplo sencillo y rápido, la frase: "Me voy a correr".




  • CASO 1. Asunto: "Me voy a correr"


Antecedentes: Chico/a (edad indiferente) se atavía con ropa deportiva y zapatillas. Antes de salir a la calle para iniciar su rutina aeróbica exclama: "Me voy a correr" (otros usan la expresión: "salgo a correr").





  • CASO 2. Asunto: "Me voy a correr"


Antecedentes: Persona sentada al lado de otra que no inspira confianza (razones indiferentes). Antes de morir por razones indiferentes (asfixia, repulsión, locura sexual...) se dice para sus adentros: "Me voy a correr" (también se puede usar: "voy a alejarme de este pelma", "huele fatal, huyamos", "me lo comería aquí mismo, Dios, me voy a correr").





  • CASO 3. Asunto: "Me voy a correr"


Antecedentes: Pene que entra y sale de un orificio (indiferente) o en su defecto mano (u objeto indiferente) que se mueve sobre/alrededor de pene. Al llegar al clímax el chico dice: "Me voy a correr"





  • CASO 4. Asunto: "Me voy a correr"


Antecedentes: Chica a la que alguien (sexo indiferente) satisface de alguna forma (sexualmente hablando) y antes de llegar al orgasmo gime: "Me voy a correr"




Sea cual sea el caso siempre se malinterpreta por los casos 3 y 4.


En fin... cosas de nuestra lengua (depende de en qué parte esté trabajando... "Oh Dios, me voy a correr").


Siempre nos quedará el dicho soez... "Pues haz la dieta del cucurucho, come poco y corre mucho".


¡Espera! Así no era, ¿no?

domingo, 2 de octubre de 2011

Harry Potter: El Otro Final de Jo

Greg Palast, escritor y periodista estadounidense, amigo personal de J.K Rowling al compartir una plaza en la lista de bestsellers de The Guardian. Los hijos de Palast eran fanáticos de Harry Potter, razón por la cual ambos autores entablaron una buena amistad. En 2007 Palast le preguntó a Rowling si había escrito algunos finales alternativos. La escritora dijo que sí y se animó a contarle la trama de algunos de ellos. Aunque la autora no le dio copias escritas al periodista, uno de los finales quedó muy marcado en su memoria. Palast corrió a escribirlo esa misma noche.


Extraído de la página web de Greg Palast http://www.gregpalast.com/harry-potter-jo%E2%80%99s-other-ending/


Traducido por Pedro Mateo para el blog http://mariacebrian.wordpress.com/



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Harry Potter: El Otro Final de Jo


Por Jo (J.K.) Rowling tal y como se lo contó a Greg Palast y a los gemelos Palast


New York Magazine [NYMag.com 18 Julio 2011]


Algunos de vosotros recordaréis que, hace años, cuando vivía en Inglaterra, redactando para The Guardian, cuando compartí la lista de “bestseller” con Jo Rowling (ella en la cumbre, yo en el valle), nos hicimos amigos debido al amor que sentían mis gemelos por su asombroso trabajo.


Pero Jo sabe que el final de su saga fue algo decepcionante para mí, una “Confrontación en el OK Corral” de segunda categoría para Magos. En mi opinión (y ella no está muy de acuerdo), Jo estaba demasiada distraída con cómo luciría el final en la película.


Le estuve increpando sobre ello hasta que me contó los “otros” finales. Todo autor tiene – y todos revisamos nuestras antiguas notas, después de publicar nuestra historia, y decimos “¡Maldición! Debería haber utilizado esa versión.” – después los volvemos a guardar hasta que alguien más los ve y está de acuerdo.


No, Jo no me enseñaría copias escritas, pero me contó un par de finales subtitulados “Podría haber hecho esto”.


Uno de ellos me impactó tanto que tengo que compartirlo. (Lo siento Jo, es lo malo de tener como amigo a un periodista de investigación – si olvidas usar las palabras mágicas, “Esto está fuera del registro”). Puedo entender, sin embargo, por qué quería desechar este silencioso y, desde luego, mucho más tormentoso final.


Lo apunté aquella noche de Octubre, en 2007. No estoy seguro de que esté tal cual me lo dijo, palabra por palabra (Jo: ¡corrígeme, por favor!) y omití bastante información a mis por entonces inconscientes hijos, “En serio, ¡tenéis que escuchar esto! Lleváis años queriendo hacerlo” y el menor tiró por accidente mi café.


Pero tengo que ponerlo aquí. Espero que Jo y su editora no me lancen una maldición mortal como Avada Kedavra.


Asumiré que habéis leído los libros – y si no, ¡qué vergüenza! – así que no haré una introducción salvo para decir que este final alternativo (y algo problemático) se aleja de las versiones tanto fílmica como escrita justo antes de la confrontación final entre Harry y el Señor Oscuro, Voldemort.


Y por favor: Si vais a decir que no he conseguido detallar exactamente la historia, tened en mente que escribo en referencia a recuerdos – y que yo no soy J. K. Rowling.  De hecho, nadie lo es.



Al Bosque Prohibido


Harry se dirigía hacia el campo donde Voldemort le esperaba con su grupo de Dementores.  La cicatriz de Harry empezó a arder brutalmente, salvándole de la idea de pensar profundamente en su decisión, que parecía dirigirle a nada más que la muerte.


¿Qué hechizo especialmente maligno, mortal y tortuoso, nos habría preparado el Señor Oscuro para procurar la destrucción de Harry?  Voldemort llevaba detrás de Harry más de una década; sin duda alguna, Voldemort tendría que haberse hecho con una maldición mucho más poderosa y fatal que Avada Kedavra, la cual no consiguió matar a Harry de niño.


Harry estaba, por desgracia, en lo cierto. El Señor oscuro, en su claro del Bosque Prohibido, preparaba un encantamiento tan devastador como Harry temía, aunque mucho más horrible todavía. Al llegar Harry a su predestinado encuentro, Voldemort pasó su varita por los Dementores, tan gélidos como siempre, ordenándoles a todos y cada uno de ellos que le proporcionaran a Harry su Beso.


Voldemort, en esas noches dolorosas y solitarias en su exilio y recuperación, había concebido una manera de lanzar un beso de Dementor con su varita, el beso que le robaría el alma a su vícitma para siempre. Y ahora iba a lanzarle a Harry una ráfaga de cientos de ellos.  La recompensa de Voldemort iba a ser mucho mejor que  poder ver el entierro de Harry. Iba a tener a Harry congelado en un lugar determinado, haciéndole vivir encerrado por la eternidad en el momento de la derrota y humillación de éste, un estupendo monumento a la victoria de Voldemort que podría ser vista por siempre. El gozo de Voldemort incrementaría con cada beso de Dementor sacado de su varita.


Harry podía sentir el frío mortal de los Dementores al irse acercando a ellos, ayudado por su fuerza de desesperación. No tenía esperanza ni ayuda alguna para enfrentarse a ello. Y lo sabía.


Pero entonces Harry sintió la presencia de un hombre y una mujer jóvenes, a pesar de que no podía verlos. Estos dos fantasmas fortalecieron su cuerpo y revitalizaron su alma con amor. Esa era (él estaba seguro) la última chispa de fuerza vital que quedaba de sus padres, que hicieron un último sacrificio uniéndose a él en la recta final de su viaje. Se permitió a sí mismo un momento de felicidad imbuida de paz, lo que le hizo sentir a sus padres cerca de sí.


Después, paró. Harry se estremeció con un profundo temblor provocado por la realidad. Esos no eran sus padres. Eran los padres de Voldemort: el joven Tom Riddle y su esposa, quien, para esta ocasión, había recuperado su bello rostro de doncella. Sin pronunciar palabra alguna, dijeron: “Nuestro hijo más apreciado, no permitiremos que te ocasionen daño alguno.”


¿Esas palabras iban dirigidas a él?  ¿O eran para Voldemort?  De algún modo, no parecía ser importante –parecían muy amables cuando le dieron amor paternal, que era lo único que necesitaba en ese momento.


Harry y los dos cálidos espíritus se volvieron más visibles conforme se aproximaban al borde de la arremolinada multitud de seguidores de Voldemort, quienes se separaron para preparar a la víctima un pasillo directo a su perdición.


La varita de Voldemort había vuelto a su pálida y esquelética mano. El Señor Oscuro apuntó con confianza al lugar del que Harry emergería de entre la multitud, no para destruir a Potter aún pero sí para estar preparado a recitar su discurso sobre el eterno castigo que éste iba a recibir.


Voldemort se echó a reír cuando vio a Harry aparecer a trompicones. Pero cuando el Señor Oscuro vio a los espectros de sus padres, chilló como si le hubieran partido por la mitad. Con su furioso corazón en llamas, Voldemort desató de inmediato los Besos mortales, bramando  “¡Oppugno Mortimbessios!” Y los terroríficos Dementores, en una ráfaga imparable lanzada desde su varita, se lanzaron a por Harry y los espíritus junto a él.


A la maldición de Voldemort sólo le llevó una centésima de segundo alcanzar a Harry. El mundo pareció ralentizarse, la Tierra dejó de rotar; todo el planeta permaneció quieto, pese a que Harry sabía que podía moverse libremente. Harry había planeado todo tipo de encantamientos de escudo para defenderse, los cuales ahora eran claramente inútiles. Harry se encontró incapaz de hacer otra cosa que no fuera apoyarse con calma sobre una rodilla e inclinar su cabeza, preparándose para aceptar la fuerza del golpe y su muerte y final.


Cuando se arrodilló, en ese silencioso momento exento del paso del tiempo, las dos sombras volaron hacia Voldemort desde donde estaba. Y Voldemort cambió. El frío de los Dementores y el propio tiempo retrocedieron; y ahí estaba Voldemort, transformándose en su versión más joven, potente y aterradora.


La maldición impactó en la cicatriz de Harry, borrándola. Después, en un sonoro rugido, sintió el triturador dolor de su cráneo abriéndose y el chillido de la maldición recorriendo su cabeza – para volver a la varita de la que salió.


Mientras la maldición volvía hacia él, Voldemort continuó rejuveneciendo hasta que llegó a ser un niño de nuevo, con su madre y su padre a su lado. Cuando se dieron cuenta de que la todopoderosa fuerza del propio hechizo de Voldemort iba a golpearle, sus padres pusieron sus brazos con aire tranquilizador alrededor de su hijo, para protegerle de ese último golpe.


Y entonces, impactó. Y ahora, esas tres almas entrelazadas, Tom Riddle, su mujer y su pequeño retoño, permanecerían para siempre sepultados en ese mismo momento, sin poder salir nunca.


Y sin querer hacerlo.




Hogwarts AD 2130


El director, de poblada barba sin peinar y  arrugada y calva cabeza vestida con un sombrero de mago caído, miró con anhelante gratitud al marco de la vacía pintura que colocó tras convencer al Ministro, a pesar de su reticencia. Sabía que pronto residiría en ese pequeño cuadrado bajo el nombre “Harry Potter”, separado del de Albus Dumbledore sólo por los retratos de las Directoras McGonagall y Chang.


El viejo mago pudo escuchar debajo el ajetreo de la escuela con los preparativos para celebrar su 150º cumpleaños. Trasladó a Ginny, un ave del paraíso, a una posición más cercana a su escritorio. Su esposa, antes que envejecer, se había transformado en ese precioso pájaro, pero siguió insistiendo en aconsejar de una manera poco aviar.  “Harry, querido, no puedes perderte tu propia fiesta de cumpleaños. Y se está muy bien fuera.”


Ciertamente, ese día de verano había sacado a veintenas de personas queriendo hacer picnic, quienes habían venido a establecer sus cestas y sus mantas cerca de las calurosas fuentes de luz procedentes de la estatua viviente de la familia feliz con el niño pequeño. Nadie más excepto el director sabía quién estaba sepultado en esa brillante esfera. Cuando los Dementores fueron liberados del hechizo de Voldemort, tanto a ellos como a todos los magos (excepto Harry y el fantasma de Albus) se les limpió la memoria para olvidar al Señor Oscuro.  Ahora, tras más de un siglo, la curiosidad acerca de la familia de la estatua ha cesado progresivamente. Harry encargó simplemente que se colocara una placa bajo la estatua. Lo único que pone en ella es “Riddles.”


“Iré”, le dijo a su plumada esposa, “pero tengo que echarle un ojo al chaval un rato.” El tataranieto de Harry, aún incapaz de caminar, jugaba silenciosamente en la manta con su rana de chocolate. Después, súbitamente, en medio de una furia inexplicable, el pequeño Tom destrozó el animal de golosina. Harry vio esto y supo que el mundo entero volvería pronto a oscurecerse por las generaciones venideras.


FIN


***


Los reportajes del periodista de investigación Greg Palast pueden ser vistos en las noticias nocturnas de la cadena BBC o en  www.GregPalast.com. Tu opinión sobre este final alternativo para la saga de HP es bienvenida en la página de Facebook de Greg Palast. El nuevo libro de Palast, Vultures’ Picnic, se publicará con la editorial Penguin USA en Noviembre de 2011.